Señor George Jaksch,
en su carta usted define como “rumores totalmente sin fundamento” las públicas y repetidas denuncias emprendidas por las organizaciones antigolpistas de Honduras. Así como Luciana Luciani de Chiquita-Italia las había caracterizado como “ridículas”.
Las palabras ligeras vuelan mientras que los hechos –desgraciadamente- se quedan. E indican de manera convergente e inequívoca que Chiquita, fiel a su opaca tradición histórica, siempre tiene las manos en la masa en la vida interna de Honduras.
El aumento del salario mínimo del 60%, decretado por el depuesto Presidente Zelaya, sacó a la luz la hostilidad beligerante de Chiquita, que cerró filas junto con la organización patronal de Honduras (COEHP). La desestabilización del sistema democrático ha sido abierta y militante, hasta obtener la deportación del Presidente escogido por los electores.
Cuando el Presidente Zelaya fue secuestrado y deportado, ese mismo 29 de junio la COHEP emitió un comunicado apologético sobre las acciones de los golpistas, donde preventiva y cínicamente responsabilizaba a la víctima por las acciones liberticidas de los carnífices de la democracia hondureña.
NIKE y otras grandes multinacionales que operan en el País centroamericano firmaron un comunicado, dirigido al Departamento de Estado estadounidense, en el cual manifestaban su preocupación por la interrupción violenta del orden constitucional, y tomaban distancia de los golpistas. Chiquita no figura entre los firmatarios de ese documento, ¿por qué?
Hasta la fecha, cuando con la suspensión de las garantías constitucionales y la restricción drástica de los derechos individuales y sociales, Honduras resulta ser un verdadero Estado-delincuente, Chiquita persevera en el mismo camino.
La compañía que usted representa ha cambiado en diversas ocasiones sus rasgos personales en el intento de dejar atrás un tenebroso pasado. No queremos ensañarnos recordándoles un rosario doloroso que llamó la atención de poetas y escritores, tales como Pablo Neruda, Juan Gelman y Gabriel García Márquez.
Señor George Jacksh, aprovechamos su disponibilidad y le preguntamos si es cierto que un tribunal de Estados Unidos condenó a Chiquita por haber financiado la organización clandestina de extrema derecha denominada “Autodefensas Unidas de Colombia” (AUC). No a mediados del siglo pasado, sino después de rebautizarse como Chiquita.
La responsabilidad social de las empresas y la ética en el manejo de los negocios por definición deben ir más allá del respeto de las leyes nacionales y de los acuerdos internacionales, que representan simplemente un estándar mínimo operativo de partida y no un objetivo alcanzado que pregonar. En su sitio institucional hasta se dice que Chiquita “desde hace más de cien años se compromete en mejorar las comunidades en las que hace negocios”, hecho que nos parece por lo menos discutible. ¿A cuáles comunidades se refiere? ¿A cuáles grupos e intereses exactamente?
Justo en Honduras en los últimos años se sucedieron las denuncias de los sindicatos (SITRATERCO y COLSIBA) y de las ONG’s (BananaLink) por las violaciones de Chiquita a los derechos humanos y laborales de sus empleados, como en el caso de Emelina Vásquez, acosada sexualmente por un superior y sucesivamente despedida.
Otros sindicatos de sector de Honduras, como COSIBAH, informan que sus afiliados que contestaron el uso del pesticida basado en chlorphirifos han sido objeto de mobbing y la compañía intentó expulsarlos de los plantíos.
La ética empresarial significa a veces tomar posición en temas que conciernen la seguridad de los ciudadanos, de los trabajadores, de la democracia, del entorno social y político y no sólo del patrimonio empresarial y de las utilidades: la posición de Chiquita ante el golpe de Estado del 28 de junio nos parece clara.
Usted dice que suscribieron todas las convenciones nacionales e internacionales que codifican la buena conducta y la moralidad empresarial.
No debe convencernos a nosotros, sino a las fuerzas sociales y a sus dirigentes que –sólo hasta hace algunas semanas- repetían que tras el patibulario Micheletti y el club los generales estaban los exponentes del empresariado nacional e internacional:
“Miguel Facussé, Antonio Tavel Otero, Adolfo Facussé, Carlos Flores Facussé, Jorge Canahuaty Larach, Camilo Atala, Jorge Faraj, Rafael Ferrarí, Chucry Kafie, familia Kafati, United Brand (Chiquita Banana)”.
Es desde el interior de Honduras donde ponen bajo acusación a la multinacional que usted representa y defiende. Son los próximos dirigentes de la renaciente nación centroamericana a quienes deberían intentar convencer. No a nosotros, que los acompañamos en la defensa de la equidad y una mayor armonía social.
En América Latina sopla un viento de renovación que está barriendo los legados del pretérito histórico. Sería sabio adaptarse a esta nueva realidad y evitar que el viento pueda convertirse en tempestad.
Comité Internacional por el Boicot a Chiquita
viernes, 25 de septiembre de 2009
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